Todo vuelve (Nos van a ver volver)

Me tomo una taza de té pensando en el Depor. Hoy hay partido y noto tensión en el ambiente. Los del Depor somos una raza especial, acostumbrados a ganarlo todo y a perderlo todo como James Bond en el Casino Royal, tenemos una moral extraña y delirante que sostiene el espíritu de la ciudad. El camino al estadio es el camino mas bello del mundo a un campo de fútbol, eso es incontestable, y esa belleza forma parte del deporte y nos une en una comunión que comparten desde las señoras de la Plaza de Lugo hasta los pijos del centro, pasando por los marinos, los obreros o las amas de casa que comentan en el bus los partidos. Aquí estamos acostumbrados a sufrir y perder, no como los aficionados del Real Madrid, que siempre presienten un último momento en el que se salva el héroe, y lo presienten porque es así, ese último minuto es parte de la historia merengue igual que lo es de la nuestra, aunque algunas veces para peor, claro. Somos un equipo humilde, ascensor que se decía en otra época, Guadiana de Primera División. “Nos van a ver volver”, eso seguro, es cuestión de que la maquinaria del ascensor inicie su camino hacia la cima del edificio y por ahora lo parece, a pesar de que nosotros somos más de intuir el desastre, el malo será y lo es, “si esperas decepcionarte nunca terminas decepcionado”, que dice M.J., la chorba de Spiderman. Si fuésemos superhéroes, el Depor sería ese Spiderman al que  el mundo olvida después de salvar a todos los villanos. El Madrid podría ser Ironman y el Barça, Hulk, luchando siempre contra sus propios demonios.


Hace un día de sol radiante y las peñas van a salir a darlo todo antes del partido contra la Cultu Leonesa. El paseo al estadio será todavía más hermoso, rodeado de bufandas y banderas blanquiazules, el mar calmado y brillante haciendo juego. Crucemos los dedos, que este año sí, este año será, este año tenemos la varita mágica, la suerte, los ajos en la portería y a un tal Vales en la sombra, nuestro Batman, que convierte en oro todo lo que toca.


Sigo con el té y pienso en un señor que ha dicho que esta época es mala para escuchar óperas de Wagner o leer libros largos. Puede ser, pero yo no tengo demasiado problema para coger “El Conde de Montecristo” o “Los tres mosqueteros” salvo que con el peso me duele la espalda, una ya va camino de la edad provecta, o de ver “Parsifal” (¿alguien me invita a Bayreuth?) y no quedarme dormida. Seré de la resistencia, a saber…


No aguantamos una ópera larga pero el partido de Champions del Guardiola vs Real Madrid sí, pillines, y “Infinity War” y “Endgame” nos las vemos del tirón sin que pongan un descanso para tomar un poco el aire y echar el pitillo-fumar-está-feo-como cuando ponían “Lo que el viento se llevó” en el Cine Coruña. Vivimos en la época del Whats, los libros telegrama, Timoteo Chalamete , los infames microrrelatos o la música desustanciada de Taylor Swift, así que algún día, como el Guadiana, volverá el tiempo de las frases largas, las subordinadas, los libros gordos, las películas intensas y quizá hasta vuelvan los Templarios.  Todo es posible en estos tiempos prebélicos en los que ni siquiera las guerras son como las de antes. Pero no hablemos de guerras, en esta casa se acaba la taza de té, se baja al perro, se va a la compra porque mañana hay paella y se reza por el Depor con todo lo que se tiene, vudú incluido. Todo vuelve,  no lo olvidemos. Hasta el Deportivo. 

Todo vuelve (Nos van a ver volver)

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